La Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó la llamada Ley Laken Riley, un proyecto que exige detener a los migrantes en situación irregular acusados de robo o hurto. La iniciativa obtuvo 264 votos a favor, incluidos 48 demócratas, frente a 159 en contra, y ahora será enviada al Senado, donde no está garantizada su aprobación, ya que requiere al menos 60 votos para avanzar.
El proyecto de ley lleva el nombre de Laken Riley, una estudiante de 22 años asesinada por José Antonio Ibarra, un venezolano en situación irregular que había sido acusado de robo en tiendas y que actualmente cumple una condena de cadena perpetua. Durante su campaña electoral, el presidente electo Donald Trump utilizó este caso como ejemplo de lo que considera un fracaso de las políticas migratorias de su predecesor, Joe Biden.
Para los republicanos, este proyecto representa un avance en la agenda de seguridad fronteriza. Mike Johnson, presidente de la Cámara de Representantes, calificó su aprobación como un primer paso crucial para atender lo que considera una prioridad nacional. Según Johnson, las políticas migratorias de los últimos cuatro años han creado un «desastre absoluto» que debe resolverse de manera urgente.
Mientras tanto, los demócratas han expresado fuertes críticas. Adriano Espaillat, representante demócrata de origen dominicano, advirtió que la iniciativa no solo criminaliza a los migrantes, sino que también pone en peligro a familias inocentes. Estas declaraciones reflejan la profunda división en torno al tema, con demócratas señalando que medidas como esta alimentan narrativas peligrosas y perpetúan estereotipos negativos.
Trump, por su parte, ha reafirmado su compromiso con el fortalecimiento de las fronteras como una prioridad central en su segundo mandato, que comenzará el 20 de enero. Para reforzar esta postura, designó a Tom Homan como «zar de la frontera», un cargo que simboliza su intención de aplicar medidas drásticas contra los cruces irregulares y acelerar las deportaciones.
Ahora, el destino del proyecto de ley está en manos del Senado. Si bien su aprobación en la Cámara Baja es un avance significativo, el desafío en la Cámara Alta será superar las barreras políticas y lograr el respaldo necesario en un entorno legislativo altamente polarizado. La discusión promete ser intensa, reflejando las tensiones en torno a uno de los temas más controvertidos en la política estadounidense.