El secretario de Estado de EE.UU., Marco Rubio, se reunió este jueves en Bruselas con el ministro danés de Exteriores, Lars Lokke Rasmussen, en un contexto de reafirmación de la «sólida relación» entre Estados Unidos y Dinamarca, mientras que las conversaciones se enmarcaron en las prioridades comunes relacionadas con la defensa de la OTAN, Rusia y China. Sin embargo, el tema de Groenlandia, que ha sido una preocupación constante para el presidente Donald Trump, no fue abordado en detalle durante este encuentro.

Rubio y Rasmussen discutieron temas de seguridad, incluyendo el incremento del gasto en defensa y las amenazas geopolíticas, particularmente las que emanan de Rusia y China. También repasaron la coordinación para garantizar la estabilidad en Europa, con especial atención a la situación en Ucrania. A pesar de estos acuerdos y conversaciones de seguridad, no se mencionó específicamente el interés de EE.UU. en Groenlandia, un tema que ha sido un punto de fricción en las relaciones internacionales.

Este contexto se suma al reciente viaje de la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, a Groenlandia, donde reiteró el mensaje de que la isla «es de los groenlandeses» y rechazó cualquier intento de EE.UU. de tomar el control. Frederiksen subrayó que Groenlandia continuará siendo parte del Reino de Dinamarca, y que su soberanía no está a la venta. Esta declaración se produjo poco después de la visita del vicepresidente estadounidense, J.D. Vance, a Groenlandia, lo que provocó una serie de tensiones diplomáticas, especialmente tras el interés de Trump por adquirir el territorio debido a su relevancia estratégica en el Ártico.

El presidente de EE.UU. ha mostrado en varias ocasiones su deseo de controlar Groenlandia, viendo el territorio como un punto clave para la seguridad nacional de Estados Unidos, especialmente en lo que respecta a la región Ártica. No obstante, la oposición de Dinamarca y Groenlandia sigue firme, como lo demuestra la postura de Frederiksen, quien dejó claro que Groenlandia continuará bajo la soberanía danesa, independientemente de las propuestas de Washington.

Este episodio refleja la complejidad de las relaciones internacionales y las tensiones entre las ambiciones geopolíticas de las grandes potencias y la soberanía de territorios autónomos. A pesar de la insistencia de la administración Trump en Groenlandia, el conflicto diplomático parece seguir sin resolverse, con Dinamarca y Groenlandia reafirmando su postura ante las presiones externas.

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