Donald Trump, acusado durante su campaña de promover una “masculinidad tóxica”, ha retomado las riendas de la Casa Blanca con un enfoque centrado en una imagen de virilidad en el ejercicio del poder, apoyado por figuras como Elon Musk. El magnate de Tesla y SpaceX ha expresado públicamente su preocupación por las amenazas que, según él, enfrentan los hombres en un contexto político que promueve la diversidad y la inclusión de mujeres y minorías. En una reciente videoconferencia, Musk sugirió que un programa de inteligencia artificial centrado en la diversidad podría “decidir que hay demasiados hombres en el poder y ejecutarlos. Así, problema resuelto”.

Musk, quien dirige una comisión que busca recortar la administración pública, también mostró su apoyo a la «testosterona» en un mensaje a través de su red X. Esta postura de Musk resuena con el regreso de Trump al poder el 20 de enero, quien, durante su campaña, se centró en atraer a un electorado joven y masculino. Entre sus primeras acciones, Trump firmó un decreto que eliminaba la categoría «transgénero» en los documentos gubernamentales y prohibió a las personas transgénero participar en competiciones deportivas femeninas.

El regreso de Trump a la presidencia también ha estado marcado por la revisión de términos y símbolos de género en la administración. Un ejemplo de ello es el cambio en el acrónimo NOTAM, que tradicionalmente significaba «Notice to Air Missions», ahora se refiere a «Notice to Airmen», una decisión que refuerza una visión más tradicionalista del lenguaje en el gobierno.

Además, Trump ha nombrado a figuras como Peter Hegseth, nuevo Ministro de Defensa, quien es conocido por su postura contra la presencia de mujeres en las fuerzas armadas. Hegseth, que se hizo viral recientemente por una foto practicando ejercicio con militares en Polonia, en la que aludió a Trump al hacer 47 flexiones, también ha sido vinculado a una controversial acusación de agresión sexual.

El discurso del presidente republicano no solo está cargado de referencias religiosas y bíblicas, sino que busca enfatizar su imagen de líder providencial. Trump se presenta como un hombre elegido por Dios para guiar a Estados Unidos, una postura que lo compara con figuras históricas como Ronald Reagan, a quien considera un modelo de «virilidad sana».

El presidente ha sido criticado por algunos sectores por adoptar un enfoque de poder más autocrático y masculinizante, pasando por alto los controles y equilibrios constitucionales y evitando una toma de decisiones colaborativa. A pesar de este estilo de liderazgo, Trump ha incorporado a más mujeres en su gabinete que durante su primer mandato, destacando a Susie Wiles como la primera mujer en ocupar el cargo de jefa de gabinete.

Este regreso a la Casa Blanca refuerza la agenda de Trump, centrada en la masculinidad tradicional y la lucha contra lo que él y sus seguidores consideran un exceso de «diversidad» en la política y la sociedad.

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