El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, mostró este fin de semana su estilo de diplomacia agresiva, confirmando que su enfoque hacia Colombia y otros países de la región se inclina por las amenazas, como la supresión de visados y la imposición de aranceles, dos de sus medidas más destacadas.
El conflicto comenzó cuando Colombia, tradicionalmente receptora de migrantes expulsados por Estados Unidos, rechazó la propuesta de Trump de transportar a los migrantes en aviones militares. Este rechazo fue respaldado por otros países como Brasil, quienes apelan a la «dignidad» en la gestión de migrantes. La respuesta de Trump no se hizo esperar y fue tajante: de no cooperar, impondrá un arancel del 25% sobre todos los productos colombianos que ingresen a EE.UU., el cual se elevará al 50% en una semana. Además, anunció la revocación inmediata de las visas para los funcionarios del gobierno colombiano.
Este enfrentamiento verbal entre Trump y el presidente colombiano, Gustavo Petro, terminó con un acuerdo, pero la guerra de declaraciones dejó claro el tono de la diplomacia estadounidense bajo la administración Trump.
Ariel Ruiz Soto, analista político del Migration Policy Institute (MPI) en Washington, explicó a la AFP que las decisiones de Trump tienen un componente mediático y estratégico, buscando mostrar una postura más firme y agresiva, especialmente al utilizar a los militares en la expulsión de lo que denomina «criminales». En este sentido, se trató más de una campaña pública que de una necesidad real de utilizar los recursos militares, ya que los aviones comerciales podrían llevar más migrantes que los militares.
El jefe del Pentágono, Pete Hegseth, también se unió al discurso al prometer continuar con las «deportaciones masivas» bajo las órdenes legales del presidente, sin excusas ni demoras.
Trump, que prometió la mayor campaña de expulsiones de migrantes en la historia de EE.UU., está dispuesto a utilizar los aranceles como una herramienta de presión incluso contra países aliados como México y Canadá, a pesar de que esto podría contravenir los acuerdos del Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC) y las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Petros Mavroidis, profesor de derecho de la Universidad de Columbia, señaló que cualquier aumento unilateral de los aranceles debe estar justificado por pruebas contundentes, como la acusación de Trump sobre la entrada ilegal de fentanilo desde México.
Además de los aranceles, Trump también recurrió a las visas como otra herramienta de presión. Según Ruiz Soto, las visas son un «impacto más inmediato» y pueden ser utilizadas en negociaciones con países clave de la región, como Panamá, a quien Estados Unidos ha amenazado con «recuperar» el control de su canal interoceánico.
Sin embargo, la diplomacia de amenazas de Trump podría resultar contraproducente para uno de los principales objetivos de EE.UU.: contrarrestar la creciente influencia de China en América Latina. Este tipo de políticas podría incentivar a los países latinoamericanos a diversificar sus relaciones y fortalecer sus vínculos con China y otros actores internacionales, como la Unión Europea, lo que podría modificar el panorama geopolítico en la región a largo plazo.