La situación en Mozambique se ha agravado en los últimos días, con un saldo de al menos 252 muertes y cientos de heridos desde mediados de octubre, tras los resultados de las elecciones presidenciales que fueron percibidos como fraudulentos por la oposición. La violencia, que ha dejado un rastro de destrucción y caos en todo el país, incluyó enfrentamientos armados, escapes masivos de presos y saqueos, en lo que se ha convertido en una de las crisis más graves desde la independencia del país en 1975.
Crisis en el Sistema Penitenciario y Enfrentamientos Mortales
El miércoles, las autoridades informaron que más de 1,500 reclusos se habían escapado de una cárcel de alta seguridad en Maputo, la capital de Mozambique, durante los disturbios. Al menos 33 reclusos murieron en los enfrentamientos que se desataron en las instalaciones, mientras que se reportaron 24 personas heridas, entre ellas 13 policías.
El gobierno había indicado el martes que al menos 21 personas habían muerto en un período de 24 horas y que más de 24 habían resultado heridas en diversos incidentes violentos. La Plataforma Decide, una organización de derechos humanos, contabilizó 125 muertes entre el lunes y el jueves, lo que eleva el total de víctimas mortales a 252 en tan solo dos meses.
El Contexto Político y las Acusaciones de Fraude
El estallido de violencia sigue al anuncio de los resultados de las elecciones presidenciales celebradas el 9 de octubre de 2024, cuyos resultados fueron rápidamente impugnados por la oposición. El presidente Filipus Chapo, del partido gobernante Frelimo, fue declarado ganador por el Consejo Constitucional, obteniendo el 65% de los votos, frente al 24% de su principal adversario, Venancio Mondlane, de la oposición. Mondlane acusó al gobierno de fraude electoral y advirtió que la ratificación de la victoria de Chapo podría sumergir al país en un «caos», una amenaza que ha cobrado fuerza con la violencia en las calles.
El Consejo Constitucional ratificó los resultados el lunes, lo que desató la segunda ola de enfrentamientos. Los opositores a Chapo han denunciado que las elecciones fueron manipuladas y que el sistema judicial y las fuerzas de seguridad están al servicio del gobierno, favoreciendo a Frelimo y su candidato.
Venancio Mondlane acusó el jueves a las fuerzas de seguridad de permitir los saqueos y el vandalismo en las principales ciudades del país, sugiriendo que estos actos estaban siendo fomentados deliberadamente para crear un pretexto para que el gobierno declarara el estado de emergencia y reprimiera violentamente las protestas en las calles. Según Mondlane, la violencia y los saqueos fueron utilizados como una excusa para intensificar la represión contra los opositores.
La situación se ha convertido en un terreno fértil para la creciente inestabilidad política y social en Mozambique, un país que ha sido gobernado desde su independencia en 1975 por el Frelimo, el mismo partido que ha liderado el país desde el final de la guerra civil en 1992. A pesar de los esfuerzos del gobierno para mantener el control, las tensiones políticas y sociales siguen alimentando un conflicto cada vez más complejo.
La creciente violencia ha suscitado preocupaciones a nivel internacional, con organismos de derechos humanos y países extranjeros expresando su preocupación por el rumbo que está tomando la situación en Mozambique. Human Rights Watch y Amnistía Internacional han pedido investigaciones sobre las violaciones de derechos humanos cometidas durante los enfrentamientos y las manifestaciones.
Por su parte, el gobierno de Mozambique ha insistido en que está trabajando para restaurar el orden en el país y ha desplegado más fuerzas de seguridad para sofocar las revueltas. Sin embargo, la falta de confianza en las autoridades ha alimentado las protestas y los enfrentamientos, lo que ha resultado en una espiral de violencia cada vez mayor.
La crisis en Mozambique refleja un clima de desconfianza y polarización política en el país, que enfrenta desafíos tanto internos como externos. Si bien el Frelimo sigue siendo la fuerza dominante en la política nacional, la creciente oposición y la violencia generada por las denuncias de fraude electoral podrían socavar su estabilidad en el futuro cercano.
El país, que durante décadas ha sido gobernado por un solo partido, enfrenta ahora un futuro incierto, con un gobierno militarizado, protestas masivas y reclamos de justicia que podrían determinar el rumbo político de la nación en los próximos meses. La situación en Mozambique es, sin duda, una crisis que requiere una atención internacional urgente para evitar una mayor desestabilización.