El aeropuerto de Newark (uno de los principales en el área metropolitana de Nueva York) ha enfrentado serios problemas técnicos en su sistema de control de tráfico aéreo, lo que ha provocado dos apagones en las últimas semanas. El más reciente ocurrió este viernes y dejó a los controladores sin comunicación con los aviones durante 90 segundos, lo que interrumpió temporalmente las operaciones del aeropuerto.

El incidente tuvo lugar en la madrugada, cerca de las 4:00 horas locales, y afectó al sistema de control de Filadelfia (TRACON), que coordina los vuelos que entran y salen del espacio aéreo de Newark. Durante este apagón, los controladores no pudieron acceder al radar ni a las comunicaciones con los aviones, lo que aumentó la incertidumbre en un aeropuerto tan transitado.

Aunque la Administración Federal de Aviación (FAA) reportó que el fallo fue momentáneo y no afectó gravemente a las operaciones, se registraron más de 100 vuelos cancelados y más de 300 con retrasos según el portal FlightAware. Este tipo de interrupciones generan grandes trastornos en el tráfico aéreo, especialmente en uno de los aeropuertos más concurridos del país.

La Casa Blanca ha asegurado que se están tomando medidas para abordar el problema técnico de manera urgente. La portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, explicó en una rueda de prensa que el Departamento de Transportes y la FAA planean solucionar el problema de inmediato instalando nuevos cables de fibra óptica entre Newark y Filadelfia. El objetivo es completar estos trabajos para finales de verano, alrededor de septiembre.

Además de las medidas inmediatas, la Administración de Trump está trabajando en un plan a largo plazo para actualizar el sistema de control de tráfico aéreo del país. Sean Duffy, el secretario de Transporte, presentó un proyecto para implementar un sistema de control «puntero», que incluiría nuevas tecnologías de telecomunicaciones, como fibra óptica, satélites y sistemas inalámbricos. También se contempla la sustitución de unos 600 radares obsoletos y la construcción de seis nuevos centros de control. Sin embargo, este plan debe ser aprobado por el Congreso y se espera que su implementación demore entre tres y cuatro años.

El congresista demócrata Josh Gottheimer también denunció la falta de inversión en las infraestructuras de control del tráfico aéreo y la escasez de personal cualificado. Según Gottheimer, el fallo anterior fue causado por un «cable fundido», lo que revela la antigüedad de los sistemas. Además, después de un apagón similar en abril de este año, varios controladores de Filadelfia se vieron obligados a acogerse a bajas médicas debido al estrés y el trauma provocado por los fallos técnicos.

Este es un claro ejemplo de cómo las infraestructuras críticas del país, como las de control de tráfico aéreo, están siendo sometidas a una presión creciente debido a la falta de mantenimiento adecuado y la escasez de recursos. A medida que aumentan las demandas sobre el sistema de transporte aéreo, la necesidad de modernizar estas infraestructuras se hace más urgente.

Gottheimer, que representa a Newark, exigió que el Gobierno y el Congreso aprueben fondos de emergencia para actualizar las infraestructuras y contratar más personal para evitar futuras interrupciones. La falta de inversión en tecnologías y en la capacitación de los controladores ha llevado a situaciones de estrés y agotamiento, lo que agrava los retrasos y las cancelaciones de vuelos, afectando a miles de pasajeros.

El aeropuerto de Newark no es solo un centro de tráfico aéreo crucial para la ciudad de Nueva York, sino también uno de los más congestionados de Estados Unidos. Los apagones y fallos técnicos no solo afectan la puntualidad y la eficiencia de los vuelos, sino que también generan una repercusión económica significativa y afectan a la experiencia de los pasajeros que dependen de la conectividad aérea.

Este problema pone de manifiesto una brecha en la infraestructura de transporte aéreo de los EE.UU., lo que podría poner en peligro tanto la seguridad como la eficiencia del sistema. Las medidas tomadas por la Casa Blanca y la FAA para solucionar el problema de manera inmediata son un paso positivo, pero el verdadero desafío es la renovación a largo plazo de la infraestructura de control de tráfico aéreo, que es fundamental para el futuro del sistema de aviación estadounidense.

La inversión en estas áreas no solo es esencial para garantizar la seguridad y eficiencia del transporte aéreo, sino también para asegurar que las grandes ciudades como Nueva York sigan siendo conectadas eficazmente al resto del mundo.

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