El terremoto de magnitud 7.7 que golpeó Birmania el pasado viernes ha dejado más de 2,000 muertos, según informes oficiales de la junta militar gobernante. A tres días del desastre, las esperanzas de encontrar más sobrevivientes entre los escombros se desvanecen, mientras el país sigue enfrentando los devastadores efectos de la tragedia.

Las autoridades birmanas han declarado una semana de luto nacional, y las banderas ondearán a media asta en señal de respeto por las víctimas. Se espera que el número de muertos continúe incrementándose, dado que las condiciones para los trabajos de rescate son extremadamente difíciles y el calor intensifica los riesgos de descomposición de los cuerpos.

El terremoto, el más fuerte en décadas en Birmania, no solo causó estragos dentro del país, sino que también se sintió en la vecina Tailandia, donde al menos 19 personas perdieron la vida en el colapso de una torre de 30 pisos en construcción en Bangkok.

En Mandalay, la segunda ciudad de Birmania y cercana al epicentro, la situación es desesperante. Muchos residentes pasaron la tercera noche al aire libre, alejados de los edificios por miedo a nuevos temblores. Los esfuerzos de rescate en la ciudad han disminuido ante las extremas condiciones climáticas, con temperaturas cercanas a los 40 ºC, que complican aún más las labores y el trabajo de identificación de víctimas.

El caos se desató también en el colapso de un edificio en Mandalay el domingo, donde un rescatista comentó que intentaron salvar a una mujer embarazada que estuvo más de 55 horas atrapada. Desafortunadamente, después de una amputación para liberarla, la mujer fue declarada muerta debido a la pérdida excesiva de sangre.

En cuanto a la respuesta internacional, la Federación Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (IFRC) lanzó un llamado de emergencia por más de 100 millones de dólares para apoyar a las víctimas, destacando el creciente riesgo de «crisis secundarias» debido al calor extremo y la proximidad de la temporada de lluvias.

Birmania, que ya sufría las consecuencias de una guerra civil desde el golpe militar de 2021, se encuentra en una crisis aún mayor. A pesar del terremoto, los combates continúan, y un grupo rebelde informó que siete de sus miembros murieron en un bombardeo antes de que el terremoto ocurriera.

Por otro lado, en Tailandia, los esfuerzos de rescate continúan en Bangkok, donde las autoridades buscan sobrevivientes entre los escombros de la torre colapsada. Hasta ahora, además de los 19 muertos, se han reportado 33 heridos y 78 desaparecidos, principalmente trabajadores que se encontraban en el edificio en el momento del colapso.

Este terremoto ha afectado gravemente a una región ya marcada por conflictos y pobreza, y la comunidad internacional se encuentra movilizada para proporcionar asistencia a las víctimas y mitigar los efectos del desastre.

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