En un comentario provocador que ha generado gran controversia, el político francés Raphaël Glucksmann ha sugerido que Estados Unidos debería devolver la Estatua de la Libertad a Francia. Este gesto, que fue originalmente un símbolo de la amistad franco-estadounidense, se ha convertido en un punto de tensión en la relación entre ambos países. Glucksmann, copresidente de un pequeño partido de izquierda en Francia, ha causado un gran revuelo con sus declaraciones, que fueron bien recibidas por algunos sectores, pero rechazadas por otros.
La solicitud de Glucksmann, quien expresó que Estados Unidos ha «despreciado» el monumento que fue un regalo de Francia hace más de 130 años, se produjo en un discurso dirigido a los miembros de su partido, Public Place. «Devuelvan la Estatua de la Libertad», dijo Glucksmann, quien argumentó que el actual clima político en Estados Unidos, bajo la administración de Donald Trump, ha distorsionado los valores de libertad y democracia que la estatua representa.
El político francés expresó que, en su opinión, algunos estadounidenses han optado por «ponerse del lado de los tiranos», un comentario que refleja la creciente frustración en Europa con la política exterior de la administración Trump. A lo largo de su discurso, Glucksmann sugirió que si el gobierno de Estados Unidos ya no valora los principios del «mundo libre», Europa debería tomar el liderazgo, aludiendo a la capacidad de Francia para mantener la antorcha de la libertad.
La Casa Blanca respondió rápidamente a los comentarios de Glucksmann, desestimándolos como una declaración sin fundamento. Karoline Leavitt, secretaria de prensa de la Casa Blanca, afirmó que Estados Unidos no consideraría «devolver» la estatua, recordando a Francia que, en gran parte, su independencia y libertad se deben al sacrificio de las fuerzas estadounidenses durante las Guerras Mundiales. Leavitt subrayó que la gratitud de Francia por el apoyo de Estados Unidos durante esos conflictos debería ser «eterna».
Aunque la UNESCO tiene a la Estatua de la Libertad en su lista de Patrimonios de la Humanidad, la propiedad del monumento sigue perteneciendo a Estados Unidos, un símbolo del vínculo entre las dos naciones desde su inauguración en 1886. Francia no ha mostrado indicios de que respaldará oficialmente la sugerencia de Glucksmann, y se espera que las relaciones entre ambos países sigan siendo un tema complejo.
Este episodio ha reavivado el debate sobre la relación entre Estados Unidos y Europa, especialmente en el contexto de las políticas migratorias y las tensiones internacionales. El presidente francés Emmanuel Macron, quien mantiene una relación cautelosa con Trump, ha optado por no involucrarse directamente en esta disputa, permitiendo que figuras como el primer ministro François Bayrou expresen su desaprobación de algunas políticas de la administración estadounidense.
Las declaraciones de Glucksmann han abierto una conversación sobre los valores compartidos entre Francia y Estados Unidos, pero también sobre la percepción de la política estadounidense en Europa. Sin embargo, la posibilidad de que la Estatua de la Libertad sea «devuelta» a Francia parece más una provocación política que una solicitud realista.