El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, anunció que los criminales condenados que Estados Unidos decida enviar al país serán recluidos en el Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT), la megacárcel ubicada en Tecoluca, San Vicente. Esta prisión, que hasta la fecha ha sido utilizada para el confinamiento de pandilleros peligrosos, ahora albergará también a criminales de alto perfil provenientes de EE. UU.
Según Bukele, el acuerdo con Estados Unidos permitirá a este país externalizar parte de su sistema penitenciario, aceptando únicamente a criminales convictos, incluidos ciudadanos estadounidenses. A cambio, El Salvador recibiría una tarifa que, aunque relativamente baja para Estados Unidos, sería significativa para el país y contribuiría a la sostenibilidad del sistema penitenciario salvadoreño.
La megacárcel CECOT, inaugurada el 31 de enero de 2023, tiene una capacidad para 40,000 reclusos y cuenta con impresionantes medidas de seguridad, incluyendo un muro perimetral de 11 metros de altura, siete anillos de seguridad y vigilancia constante de custodios, policías y soldados. Además, la instalación está completamente aislada de zonas urbanas y no permite el acceso a señales de telefonía celular ni internet, garantizando así el máximo control sobre los internos.
Hasta enero de 2025, el CECOT ha acogido a unos 15,000 reclusos, en su mayoría miembros de las pandillas Mara Salvatrucha (MS 13) y Barrio 18. Con esta nueva medida, también se alojarán en sus instalaciones a criminales de otras nacionalidades, incluidos los miembros de los grupos criminales más notorios, como el Tren de Aragua.
El Secretario de Estado de EE. UU., Marco Rubio, calificó el acuerdo como un «acto de amistad extraordinaria» y destacó que El Salvador aceptará la deportación de cualquier extranjero involucrado en actividades delictivas en su territorio, sin importar su nacionalidad. Además, el acuerdo incluye la posibilidad de recibir a criminales estadounidenses peligrosos detenidos en su país, lo que fortalecerá aún más la cooperación entre ambas naciones en la lucha contra el crimen organizado internacional.
Este movimiento forma parte de la estrategia del gobierno de Bukele para mejorar la seguridad interna y mantener el control sobre las pandillas que históricamente han generado violencia en El Salvador.