La conocí en los quehaceres comunitarios mientras nosotros hacíamos nuestro ingreso a Nueva York bajo el sueño periodístico televisivo de Contacto Salvadoreño en el 2007. Ya Paty había recorrido los Estados Unidos junto con su familia, que por cierto fueron de los primeros salvadoreños y, porque no decir, los primeros hispanos en abrir camino en Long Island.
Nos la presentó un buen amigo y compañero de sueños, Oscar Landaverde, excónsul en Long Island y periodista por pasión. Recuerdo que su primera frase fue: “Mirá cipote, vos vas a llegar muy lejos, tienes buenas vibras y una aureola de bendición que te persigue”.
Debo decir que sus palabras las guardo como un cumplido, no sé qué tan lejos pueda llegar pero hemos hecho grandes amigos y colaboradores en este camino, que como Paty han sumado a que el proyecto de ITV continúe en pie y cada vez más fuerte.
Abusaré de la confianza y de las conversaciones con mi amiga Paty para decir que nunca en una conversación faltó la frase: “Jilson, vos sabes que yo amo a El salvador. No hay un año que yo no vaya a visitar a mi familia y cada vez que llego mi alma se siente feliz, hay algo que me atrae”. Una salvadoreña de pura cepa.
Ese mismo sentimiento me lo repitió la última vez que le vi en El Salvador. El día 25 de febrero, tuve la oportunidad de recorrer con ella el volcán de San Salvador para bajar por Quezaltepeque y ver unos proyectos, pues debo decirlo, fue siempre una mujer visionaria. Se sintió feliz porque por primera vez hacía ese recorrido en medio de las cumbres del volcán.
Esa vez estuvieron en el país para dejar un poco los recuerdos de Nueva York por el dolor que le embargaba la muerte de su padre, don Antonio Gómez, quien falleció el fin de año. Don Tony, como era conocido, fue el motor y la inspiración, de quien, además, aprendió la solidaridad y el amor por su comunidad en EE.UU., pero también su pasión por la tierra que la vio nacer.
Ese día me reveló que se tomaría un año sabático, que necesitaba descansar, aunque la mantenía ocupada un proyecto social, un albergue para personas especiales, era su sueño, me dijo.
Hablamos de proyectos, de su pasión por las comunicaciones, función que desarrollaba muy bien sin ser periodista o comunicadora de carrera. “Yo ya trabajé bastante. Tú estás en el camino, pero eres perseverante y solo así se logran los sueños”, me recalcó.
Y vaya que solo Dios sabe nuestro destino. Regresó a Nueva York hace un poco más de dos semanas, previo a que en El Salvador se decretara estado de emergencia por el coronavirus. Pero fue en su segunda casa, el país que la vio crecer, triunfar y servir, cerca de todos esos buenos amigos entrañables que le conocieron y convivieron en más de una ocasión con ella, junto con su familia, con sus seres queridos, ahí la reclamó este virus que ha traído mucho luto y dolor a la humanidad.
Así hemos perdido hoy a una de nosotros.
Con mucho cariño y respeto les dejo unas pinceladas de esa mujer profesional y humana, que creó varias empresas exitosas, representó a importantes corporaciones nacionales e internacionales, abrió el camino junto con su tío, Juan Mijango, ha agrupaciones de la música salvadoreña en todo los Estados Unidos, encabezó el primer comité de gestión para la apertura del consulado en Long Island a principio de los 90, para atender las necesidades de la comunidad salvadoreña que cada vez era más grande en Nueva York.
Una madre, hermana, esposa y una gran amiga y consejera. Hasta siempre Patricia Avalos, te llevamos en el corazón.
Jilson Rodríguez
Director de ITV El Salvador