El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha redoblado sus esfuerzos por colocar aliados en la Junta de Gobernadores de la Reserva Federal (Fed), con el objetivo de alinear la política monetaria con su estrategia económica. Sin embargo, la institución, liderada por Jerome Powell, se mantiene cauta y sin dar señales de un recorte inmediato de los tipos de interés.

La renuncia de la gobernadora Adriana Kugler abrió la puerta para que Trump nominara al economista Stephen Miran, quien ocuparía el cargo hasta enero de 2026 si es confirmado por el Senado. En su audiencia, legisladores expresaron dudas sobre un posible conflicto de interés, dado que también asesora a la Casa Blanca. Miran lo negó, asegurando que sus decisiones estarán basadas en “el análisis macroeconómico y lo mejor para la economía a largo plazo”.

Con su eventual llegada, Miran se sumaría a Christopher Waller y Michelle Bowman, cercanos a Trump y quienes rompieron la tradición de unanimidad al votar contra la decisión de Powell de mantener la tasa en el rango de 4.25 % a 4.5 %, vigente desde diciembre de 2024.

Trump, que suele referirse a Powell como “Tardón”, ha intensificado la presión con mensajes casi diarios para exigir una baja de tasas. Además, anunció la destitución de Lisa Cook, la primera mujer afroamericana en la Junta, acusándola de fraude hipotecario. Cook rechazó los señalamientos, presentó una recusación judicial y recibió el respaldo de más de 600 economistas, incluidos varios premios Nobel.

De confirmarse estos movimientos, Trump podría influir en cuatro de los siete asientos de la Junta, lo que ha despertado preocupación internacional. La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, advirtió que este escenario sería “un peligro muy serio para la economía estadounidense y mundial”, aunque recordó que la ley solo permite destituir a gobernadores de la Fed por faltas graves.

Mientras tanto, Powell insiste en la independencia del banco central y en tomar decisiones basadas en los indicadores económicos. Los analistas prevén que la Fed podría anunciar un recorte en su reunión del 16 y 17 de septiembre, ante el débil dato laboral de agosto: apenas 22,000 empleos creados y un aumento en la tasa de paro.

Un recorte de tipos supondría un triunfo político para Trump, aunque la Fed busque mantener su autonomía frente a la presión presidencial.

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