El Papa Francisco realizó su última llamada telefónica a la parroquia de la Sagrada Familia en Gaza la noche del sábado, antes de la vigilia pascual. En la llamada, preguntó por las celebraciones de Pascua y por los niños, una tradición que mantuvo durante su último ingreso hospitalario, siempre que su salud se lo permitiera. Según el párroco Gabriel Romanelli, esta costumbre reflejaba la cercanía y el apoyo constante que el Papa brindaba a la comunidad, a pesar de las dificultades de salud.
Romanelli detalló que, tras el fallecimiento del Papa a los 88 años, la noticia causó un profundo dolor no solo entre los católicos, sino también entre los musulmanes y ortodoxos de Gaza, quienes acudieron a dar el pésame. La llamada de Francisco a su vicario, el padre Yousef, y a otros miembros de la parroquia, se había convertido en un ritual semanal en el que el Papa transmitía palabras de aliento y solidaridad, además de preguntar por los niños, a quienes siempre conocía por su nombre.
El párroco destacó que Francisco había logrado una relación tan cercana con la comunidad que incluso reconocía las voces de los feligreses y se preocupaba por los más pequeños, hablando con ellos por el altavoz en cada llamada. La muerte del Papa ha dejado una gran tristeza en Gaza, donde muchos lo consideraban no solo un líder espiritual, sino también un padre y miembro de la familia.