Jairo Sáenz, conocido como «Funny», un miembro de alto rango de la Mara Salvatrucha (MS-13), se declaró culpable el martes de siete asesinatos, extorsión y otros delitos relacionados ocurridos en Nueva York en 2016, según informó el Departamento de Justicia de Estados Unidos.
Sáenz, quien formaba parte del capítulo Brentwood/Central Islip de la clica Sailors Locos Salvatruchas Westside (Sailors), admitió su participación en los homicidios de Michael Johnson el 28 de enero de 2016; Oscar Acosta el 29 de abril de 2016; y los asesinatos de Kayla Cuevas y Nisa Mickens el 13 de septiembre de 2016. También aceptó su responsabilidad en el asesinato de Javier Castillo el 10 de octubre de 2016; Dewann Stacks el 13 de octubre de 2016; y Esteban Alvarado-Bonilla el 30 de enero de 2017.
El pandillero salvadoreño, originario de El Divisadero, Morazán, podría enfrentar hasta 60 años de prisión, con una pena mínima de 40 años, según los términos de su acuerdo de culpabilidad.
Además de los asesinatos, Sáenz también se declaró culpable de su participación en tres intentos de asesinato, incendio provocado, tráfico de estupefacientes, delitos con armas de fuego y una conspiración para asesinar a Marcus Bohannon, quien fue muerto el 5 de septiembre de 2016 por otros miembros de la MS-13.
El Departamento de Justicia destacó la magnitud de los crímenes cometidos por Sáenz, señalando que su violencia, junto con la de otros miembros de la pandilla, convirtió partes de Long Island en una «zona de guerra», con el uso de machetes, bates y armas de fuego. La fiscal interina de los Estados Unidos para el Distrito Este de Nueva York, Carolyn Pokorny, subrayó que la declaración de culpabilidad de Sáenz no solo representa un avance en la justicia, sino que también ofrece algo de consuelo a las familias de las víctimas.
En el procedimiento judicial, se reveló que Sáenz era el segundo al mando en la clica Sailors, bajo el liderazgo de su hermano Alexi Sáenz, quien también se declaró culpable de los mismos crímenes el 10 de julio de 2024. La Fiscalía explicó que los crímenes fueron cometidos por Sáenz para fortalecer su posición dentro de la pandilla, promover la misión del MS-13 y aumentar su poder.
Además de los asesinatos, la Fiscalía acusó a los hermanos Sáenz de traficar cocaína y marihuana entre abril de 2016 y marzo de 2017, con el objetivo de financiar las operaciones de la pandilla. Las ganancias obtenidas de estas ventas fueron utilizadas para comprar armas de fuego, transferir dinero a los líderes de la MS-13 en El Salvador y adquirir más narcóticos para su distribución.
El caso de Jairo Sáenz resalta la violencia y el alcance internacional de las operaciones de la MS-13, una de las pandillas más peligrosas y temidas de América Central y los Estados Unidos.