La Asociación Cafetalera de El Salvador (Acafesal) realizó una conferencia de prensa este lunes para exponer la situación del café en nuestro país, revelando que podría existir un «retroceso de 130 años» en la cosecha 2019/2020.

Acafesal hace estas estimaciones de acuerdo a los resultados de producción hasta enero de este año, en la cual hubo una cosecha de 563,390 quintales de café, equivalente a una caída del 32%, frente a los 831,545 del ciclo 2018/2019. Es decir, se dejaron de producir 268,155 quintales.

“Hay un retraso de 130 años en la caficultura nacional, ya que en el año 1890 fue la primer producción que El Salvador obtuvo y llegó a 600 mil quintales, de 1890 en adelante, la caficultura tendió a subir en cuanto a producción”, dijo el presidente de Acafesal, Omar Flores.

Según informó, el café aún no se recupera de la crisis de la roya de 2013 y esto ha influido también en la baja de precios internacionales, lo que lleva a la falta de solvencia financiera del sector. 

Cabe destacar que es una situación que a nivel internacional, la baja producción, por un menor desempeño de los cultivos de variedad arábigo. Pero, en el caso de El Salvador, afectó también la baja inversión en las labores de mantenimiento y el abandono de las fincas.

En este sentido, Omar Flores también expresó su preocupación porque «los bosques cafetaleros forman parte importante para solucionar la crisis del agua».

“Es alarmante para nosotros ver cómo se están consumiendo los bosques cafetaleros, donde antes había producción de café, hoy se ha cambiado para sembrar granos básicos. El daño que hacemos al medio ambiente es exagerado. A estas alturas deberíamos estar dando mantenimiento”, escribieron en sus redes sociales.

Es así que Acafesal hizo un llamado al presidente de la República, Nayib Bukele, y al ministro de Agricultura y Ganadería, Pablo Anliker, para que tomen en cuenta su participación en lograr soluciones sostenibles para los caficultures, así como su deseo de tener acceso a créditos importantes para mejorar la producción.

Por Anderlin Hernández

 

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