Las milicias iraquíes chiítas apoyadas por Irán prometieron una dura respuesta contra Estados Unidos, luego de los bombardeos norteamericanos que dejaron al menos 25 combatientes muertos y 55 heridos en bases de Irak.
“La sangre de los mártires no será en vano”, expresó Jamal Jaafar Ibrahimi, un alto comandante de las Fuerzas de Movilización Popular de Irak (PMF), una agrupación de bandas paramilitares compuesta en su mayoría por milicias chiítas que fue formalmente integrada en las fuerzas armadas de Irak.
“Nuestra respuesta será muy dura para las fuerzas estadounidenses en Irak”, prometió Jaafar, conocido por su nombre de guerra Abu Mahdi al-Mohandes, y uno de los aliados más poderosos del régimen persa en Irak.
Otra fracción pro-Irán, Asaib Ahl Al Haq, uno de los grupos armados más poderosos de Irak, afirmó que “la presencia militar estadounidense se ha convertido en un lastre para el estado iraquí y, sobre todo, en una fuente de amenazas”. El grupo, cuyos responsables fueron recientemente blanco de sanciones de Washington, añadió en un comunicado: “Ahora es imperativo hacer lo que sea para expulsarles por todos los medios legítimos”.
Por su parte, el portavoz militar del primer ministro saliente, Adel Abdel Mahdi, denunció una “violación de la soberanía iraquí”, mientras que las Brigadas del Hezbollah pidieron “expulsar al enemigo estadounidense”.
Varios diputados han pedido además denunciar el acuerdo irakí-estadounidense que autoriza la presencia de tropas de Washington en Irak, un país inmerso además en una revuelta contra el poder.
Desde el 28 de octubre hubo once ataques contra bases militares iraquíes que acogen a soldados o diplomáticos estadounidenses, un incremento sin precedentes en los lanzamientos de cohetes contra intereses estadounidenses en Irak. Algunas de esos ataques alcanzaron las inmediaciones de la embajada de Estados Unidos en la llamada Zona Verde de Bagdad, una de las áreas más protegidas de la capital.
Un militar iraquí murió y varios resultaron heridos en los diez primeros ataques. En el undécimo, el viernes, murió un estadounidense. El balance podría haber sido mucho más alto porque altos cargos de la policía iraquí y de la coalición internacional antiyihadista tenían previsto reunirse ahí.
Los ataques contra intereses estadounidenses o bases proiraníes reavivan el temor de que Estados Unidos e Irán conviertan Irak en campo de batalla. En los últimos Irán reforzó su influencia en Irak en detrimento de Washington, coincidiendo con una revuelta sin precedentes contra el poder.
Tras la dimisión del gobierno iraquí hace casi un mes, Irán y sus aliados en Irak tratan de imponer a uno de sus hombres en el puesto de primer ministro.
La inestabilidad política es consecuencia de la peor crisis social del país, en la que murieron cerca de 460 personas y 25,000 resultaron heridas. Los manifestantes critican a las autoridades y a Irán y paralizan las administraciones y las escuelas en casi todas las ciudades del sur del país.
Desde el sábado consiguieron incluso interrumpir por primera vez en tres meses la actividad de un campo petrolero del sur, que produce 82,000 barriles de crudo al día.
POR AGENCIAS