Venezuela es la nueva «manzana de la discordia» del escenario global.
Desde la pasada semana, el juego de pulsos y fuerzas de Estados Unidos y Rusia por derrocar o mantener a flote el gobierno de Nicolás Maduro ha ido a peor.
Tras el fallido «levantamiento» promovido por el líder opositor Juan Guaidó, ambas naciones reforzaron su retórica y se acusaron duramente de interferir en la crisis interna del país sudamericano.
Washington responsabilizó a Moscú de frustrar la salida de Maduro, mientras el Kremlin fustigó a Washington por promover una «guerra de información» contra Caracas.
Pero las tensiones dieron un giro inesperado este viernes, después de una larga llamada entre Donald Trump y Vladimir Putin en la que el inquilino de la Casa Blanca contradijo las versiones que, hasta ahora, habían mantenido altos miembros de su propio gobierno -y él mismo- sobre la influencia rusa en Venezuela.
El jueves, el jefe de la diplomacia estadounidense, Mike Pompeo, también conversó sobre la crisis venezolana con su homólogo ruso, Serguei Lavrov.
«Han llegado al punto que, por momentos, parece que la situación en Venezuela ya no se trata de la rivalidad entre Maduro y Guaidó, sino de Rusia y Estados Unidos», asegura a BBC Mundo James Dobbins, analista en Diplomacia y Seguridad de la RAND Corporation, un think thank que asesora a las fuerzas armadas de EE.UU
Pero ¿por qué EE.UU. y Rusia se pelean ahora por Venezuela? ¿Qué intereses están en juego?
Analistas consultados por BBC Mundo explican que la respuesta no es sencilla: razones políticas y económicas se mezclan con otras que trascienden la propia crisis de Venezuela.
«EE.UU. fue por muchos años, de hecho, el principal comprador de petróleo venezolano y varias refinerías del país del norte se dedicaban especialmente a tratar el crudo enviado por el gobierno de Caracas»,